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miércoles, 27 de octubre de 2004

Cuentos para el Baño: El Caminante

Posiblemente el cuento tenga algunos errores, si los ve, solo puje...

El Caminante

Caminar de noche por las calles de Altuna Baja no es algo normal, es de valientes. Y yo soy uno de ellos. Calles solitarias, casi oscuras por la poca iluminación. Pero es lo que tengo que hacer para vivir con este maldito trabajo, llevar esto y el otro de aquí para allá, esperar y llevar otra vez, si, ese es mi trabajo.

Al fondo puedo ver algo de movimiento y ciertos quejidos, cosa nada rara por aquí pero la gente prefiere no meterse. Llegando a la siguiente cuadra puedo ver a una mujer tirada en el suelo, parece ensangrentada y un tipo... ¿la ayuda? No, que la va ayudar, esta violándola. Podría detenerlo pero, para que, la mujer ya debe de estar por morir, un tipo como esos no quiere ninguna resistencia y se asegura de dar el golpe que evite algún intento de oponerse, tipos enfermos, salidos de quien sabe que familias.

Mientras sigo avanzando puedo sentir una sensación que me viene... ¿culpa o remordimientos? ¿De que? ¿De no ayudar a aquella mujer? Imposible, el tipo no era tan grande, pero meterse con ellos es todo un problema, quizás soy muy cobarde, un cobarde caminando en una calle de valientes, además, porque habría de arriesgar mi vida, tan llena de esperanzas, un haz de posibilidades, en casa me espera Claudia, mi novia, delgada, algo bronceada, cuello y cabello largo...lacio...castaño, labios de curvas que llaman a la mirada, y sus ojos... esos ojos...mis ojos. Recuerdo cuando la conocí, en el centro comercial donde trabajaba, apoyada en una baranda con esa mirada perdida, reflexiva, no de esas que parecen no pensar en nada. Una emoción rara me sacudió pero no le preste mucha atención,. Dos semanas mas tarde, la vi de frente y al ver su rostro todo lo demás se perdió…sus ojos…ya no pensaba mas que en ella, unos clientes pasaban, veían escaparates, yo pensaba en ella...sus ojos…otros compraban ropa, yo pensaba en ella...sus ojos… No pude más y me comprometí ante Dios (imagínense, yo, el casi ateo-agnóstico, ¡ Ante Dios !) que esta vez no la dejaría ir, que mi cobardía no impediría que fuera feliz con ella... sus ojos. Me acerque, le explique que jamás había visto alguien como ella, que si quería salir a algún lado, pues solo pensaba en ella...sus ojos. Luego de la sorpresa se sonrojo un poco pero aceptó. Esa misma semana salimos al cine, éramos almas gemelas. Reíamos de lo mismo, gustábamos de la misma música y siendo ambos muy introvertidos, nos confiamos todo....

No puedo pensar en nada excepto en llegar y verla, a ella... sus ojos. Somos una pareja perfecta:

- Hola amor, ya llegaste, ¿como estuvo tu día? - me dirá Claudia

- Difícil pero al fin estoy en casa, contigo (...sus ojos...). ¿Y tu que hiciste?-diré

- Fui a hacer algunas compras y...

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+Unas monedas por favor - dijo el vagabundo.

+ A ver… creo que aquí tengo algo... - dijo Claudia

El cuchillo resplandeció entre la oscuridad de la calle, el vagabundo gruñó mientras ejecutaba su terrible acto. Un loco, un enfermo, salido de quien sabe que tipo de familia. Pero las reflexiones se iban, los pensamientos se agotaban y el cuerpo se hacia pesado y caía. A lo lejos en el callejón un tipo se acerca, mira y sigue de largo, una vida, un haz de posibilidades, un tipo cobarde en una calle de valientes, pero ahora, la Oscuridad lo invade todo...

FINE

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Puta madre que buen cuento! realmente es una llamada de atencion a la indiferencia. Sabia que escribias bien pero no TAN BIEN

Anónimo dijo...

jajaja no mames se cogieron a tu puta vieja!